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«Solo es para el turismo, antes era diferente».

Con esta declaración se nos dirige Antonio, vecino de Girona y autóctono de la región desde hace «muuuuuchos años», como él mismo describe. «En treinta años la ciudad catalana ha mejorado mucho para el que viene de fuera, y ha cambiado a mejor para ellos, pero este evento antes era más auténtico», explica. «Yo nunca he trabajado, por eso sé muchas cosas de aquí», añade.

Sea como fuere, a pesar de algunas de las quejas vecinales (que no es lo mismo ir de visita que vivir), nuestro #blogonair de Temps de Flors se presenta como un evento de magia, de luces, de color, de cuento… de la llegada de la primavera, del renacer… todos los meses de mayo. Eso sí, no apto para los alérgicos, pero sí para todos aquellos que seáis vitalistas y saboreéis cada instante, porque ver vida –flores– por doquier, reconforta a cualquiera.

Una tradición que nace con el franquismo

Corría el año 1954 cuando María Cobarsí, con un grupo de amigas de la Sección Femenina y el soporte del Ayuntamiento y la Diputación de Girona, decide iniciar un proyecto denominado I Concurso Exposición Provincial de Flores. A pesar de que décadas atrás, incluso a finales del siglo XIX, se habían organizado exposiciones florales de características parecidas.

El Salón del Teatro Municipal de Girona recoge la primera muestra que, con gran éxito, se repite año tras año, y en cada edición se van sumando emplazamientos nuevos e, incluso, mezcla de profesionales con amateur.

El año 2014 es el primer Temps de Flors que no ve María Cobarsí. Muchos son los rincones de la villa que le rinden homenaje –un ramo de flores y la escalinata de la catedral– para representar todas las almas que ya no están, pero que han participado en cada certamen de la exposición.

Ahora sí, agarra la cámara (y el pañuelo, si eres alérgico al polen) y déjate llevar por una Girona de fantasía.


DETALLES

Si estas en la calle de l’Argentería seguramente hayas visto un muñeco colgado de un palo en medio de dos edificios. No, no es ninguna otra moda callejera ni arte. Nos comentan los lugareños el origen de Agustí-Tarlá, un bufón que entretenía a los ciudadanos de Girona en época de peste ya que en este barrio se les mantenía en cuarentena.


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