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Tren

Escribo estas líneas recorriendo de sur a norte la península ibérica. No, no es que sea una metáfora, es real. Un AVE a 300 km/h me lleva desde Málaga hasta Barcelona en menos de seis horas, lo mismo que tardábamos con el coche de mi padre pero desde Madrid a Málaga cuando era pequeña. Cómo ha cambiado todo.

Antes era casi imposible comprar un billete con menos de 24 horas de antelación a no ser que llevaras un fajo de billetes en la cartera y corriendo al aeropuerto. Ahora te plantas en la otra parte del mundo, con un avión que puede llegar a ir a 1000 km/h, sacando un ticket low cost a través de un ordenador y sin moverte de casa la noche anterior. Cómo ha cambiado todo.

Según pasan los años cada vez soy más consciente de lo que decían siempre los mayores. La vida va muy deprisa y apenas nos damos cuenta, solo lo sentimos cuando vemos que el tiempo se acaba. Cómo ha cambiado todo.

Atrás quedan los momentos vividos con personas que ya no regresarán, visitas anuales fijadas en el calendario que ya no serán igual, lugares que van cambiando según con la gente que está y que no está. Cómo cambia todo.

¿Estamos preparados para los fuertes cambios?

A veces nos acomodamos. Creemos que la vida, con sus circunstancias, será siempre igual hasta que algo desaparece y todo se cae. Los cambios se suponen que son evolución, una vía que se desactiva para pasar a la otra, pero… ¡caray! qué duro es. ¿Realmente estamos preparados para tanto cambio en nuestras vidas?¿Nos educan a cambiar, a hacer, a pensar, a vivir de otra manera para afrontar ese cambio?

Las religiones para esto parece que siempre ayudan, quizás algunos tengan en ellas el pilar en el que sustentarse cuando todo cambia y nada ya es igual. Puede que sea un camino, pero… ¿y el racional?

El filósofo Heráclito hablaba del problema del cambio diciendo que no era un problema, al menos mientras se acepta que la realidad es variable. Todo es dinámico y nada es permanente. Puede que ese sea el tema, que los seres humanos no somos conscientes de que hay determinadas situaciones que irremediablemente cambian. Él aludía a la metáfora del río, en el que te bañas una vez y la próxima vez ya no será igual, el agua habrá bajado al mar.

Es curioso que en según qué situaciones siempre deseamos el cambio. El que quiere casarse quiere irremediablemente encontrar a alguien para cambiar su situación de solter@. El que quiere tener hijos, quiere ser madre y padre y cambiar esa situación. El que no tiene trabajo quiere encontrar uno de inmediato y dejar de ser parado. Entonces, sí que aceptamos y queremos el cambio, pero en unos contextos que manejamos y que entendemos que son seguros y nos darán la felicidad. O al menos eso aparenta que sucederá.

Sin embargo, qué ocurre con los cambios radicales de vida, salir de la llamada zona de confort que la sociedad nos ha invitado amablemente a ir por su senda (trabajo de nómina fija, casa, hijos, coche…). Que nos da miedo y que a los que salen se les suelen considerar los diferentes solo porque aceptan el cambio mejor que los demá o son un poco más atrevidos, digamos. Quizás más que criticarles deberíamos mirarles más y aprender de ellos. Puede que sepan gestionar mejor los cambios. Por  suerte también eso está cambiando.

La muerte, el mayor cambio

Porque, ¿qué es lo que nos sucede cuándo llega el cambio que nadie quiere? El temido y para nadie deseado. El de la muerte. Es difícil contestar esta pregunta, pero es cierto que aunque se esté acostumbrado y educado a los cambios, es un trance que cada uno asimila de la mejor manera que puede.

Todos de alguna u otra manera hemos perdido a alguien y sabemos lo duro que es afrontar ese cambio. Es una situación que no podemos evitar, así que a la conclusión que podemos llegar es que, como cada cual lo asimilará de una manera y sucederá tarde o temprano, no pensemos en ese cambio sino que hagamos cambios. Sí, que al final de tus días no te pasen por la cabezas los y si, sino que tengas recuerdos y momentos por los cambios que hayas hecho y de los que estés orgullos@. Supongo que esa es una salida para que el raciocinio actúe de la mejor manera para aceptar el cambio, y porque estará más acostumbrado a él. Es difícil, en verdad.

Por tanto, como reflexión en voz alta, siempre lo digo, intentemos vivir la vida que queramos, no la que nos impongan, rodéate de gente que realmente te quiera y no sea tóxica, trabaja en un sito que se te valore y que te tengan en cuenta, no le tengas miedo a no tener una nómina fija, no tengas miedo a vivir en un lugar que no sea tu ciudad de origen, no tengas miedo a afrontar terrenos nuevos, a vivir de otra manera… a salir de la zona de confort marcada por la sociedad. Siempre y cuando seas feliz, porque cuanto más acostumbrado se esté al cambio, más preparado se estará para afrontar una nueva variación en la vida.

Se dice fácil, pero en realidad es muy difícil. No sé, las vías, el tren, un viaje siempre hace pensar y reflexionar. Ésta es la de hoy y quería compartirla. Evolucionemos, solo así viviremos.

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