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Siempre se dice que volar ahora ya no es como antes, la calidad se ha deteriorado, más que nada porque hace unas cuantas décadas se hacía como mucho un vuelo al año y, a veces, ni eso, debido principalmente a los altos precios de los billetes de avión. Este lujo se reservaba para las vacaciones o, en el caso de los ejecutivos, para el trabajo.

Hoy, en el siglo XXI, gracias a la diversidad de la web y a una sociedad más igualitaria en algunos aspectos económicos –al menos se intenta–, todos podemos acceder a un ‘boleto’ aéreo para realizar algún trayecto en el menor tiempo posible. Claro que como siempre en estas situaciones hay una letra pequeña y un precio que pagar.

Eliminar servicios

Desde los años noventa, algunas aerolíneas empezaron a emerger en el mercado ofreciendo tarifas más bajas que sus competidores a cambio de eliminar muchos de los servicios tradicionales a los pasajeros. Es lo que se conoce como compañías de bajo coste o ‘low cost’.

La primera empresa aérea ‘low cost’ fue la estadounidense Pacific Southwest Airlines en 1949. El modelo triunfó y se mudó a Europa, aunque en España tuvimos que esperar a los años 90 con la llegada de la irlandesa Rynair o la británica easyJet.

Y aquí el mundo tal y como lo habíamos conocido cambió. Volar se convirtió en una aventura desde el momento de comprar el billete en la web de las aerolíneas –sumando todo tipo de extras al precio final–, hasta el momento de embarcar con la medición milimétrica de las maletas o los ‘servicios’ que prestan a bordo, en detrimento de no dar los habituales…

Siempre he sido partidaria de volar con dichas ‘low cost’, personalmente nunca he tenido ningún percance con ellos –y sé de muchos que los han tenido todos–, pero me pienso cada vez más lo de pulsar el botón de compra en sus páginas.

En mi último viaje con ellos fue absolutamente bochornoso. Y ya no sólo por el hecho, que todos conocemos, de ver los dramas que hay en la puerta de embarque: «no, no le entra la maleta en el medidor, tendrá que facturarla, son 50 euros más»… O la larga cola que formamos para pillar el mejor asiento y lugar para dejar tu equipaje de mano.

Ya no es sólo eso, es mucho más.

Tengo una pregunta para el personal de tierra en recursos humanos que selecciona la tripulación de cabina, ¿dentro de los requisitos es obligatorio el ser cómico, gracioso?… Sé que todos los trabajos están muy mal, que hay que hacer lo que sea y más, y que conste la ‘cabin crew’ hace un trabajo excelente, el problema es lo que les exige la aerolínea en sí.

Frases como: «Hoy les vendemos los periódicos por un euro, tenemos sólo El País y Público, pero como todos tienen cara de leer La Razón o El Mundo, les advierto que no los tenemos, así que tendrán que conformarse con la revista Sálvame»… O «ahora les vendemos las papeletas, lotería, y no se quejen que nosotros estamos hasta el gorro de tener que venderlas desde las 5.00 de la mañana; si les molesta, vuelen con Iberia o Air Europa y no tendrán que aguantar esto».

¿Billete barato?

Visto así, hasta ciertos chascarrillos pueden llegar a tener su gracia, amenizan el viaje, otros te hacen esbozar una sonrisa –como encontrarte a toda la tripulación en Navidad con cuernos de reno en la cabeza–. Pero si desde que entras en el avión hasta que llegas a tu destino la tripulación no ha parado de hablar en todo el trayecto… la cosa cambia, y mucho.

Qué sudece en muchas ocasiones, que la gente con tal de no escuchar, habla, habla y habla más que ellos… y el avión se convierte en un patio de vecinos pero de pequeñas dimensiones y presurizado. Pero tranquilo, si no tenías ya dolor de cabeza, al llegar ‘on time’ –como dicen los ingleses– al aeropuerto del final de tu viaje una trompeta de tocará en plena oreja si el avión no se ha retrasado/cancelado (en el mejor de los casos)… aunque siempre, en este caso, la culpa la tiene el aeropuerto de Madrid-Barajas, según las ‘low cost’…

Y qué pensáis de la reserva de los asientos de la salida de emergencia, la zona más amplia del avión. Antes todos corríamos a pillar estos, ahora llegas y te encuentras un cartelito ‘asiento reservado’… y cuando ya no cabe nadie más, el último que llega se sienta según las indicaciones de la tripulación, y tú que habías entrado de los primeros –después del embarque prioritario que han pagado un ojo y parte del otro–, te quedas con esa cara…

Pongamos un ejemplo y comprobemos si realmente el servicio que prestan responde al bajo precio, y si quieres ‘sufrir’ los horarios en los que vuelan (y ahora con el cierre del metro de Madrid a las 12.00 de la noche habrá que pensar dos veces volver en un vuelo nocturno).

Un vuelo a Milán (Italia), con una compañía regular (A) y con una ‘low cost’ (B), salida el 1 de julio y vuelta el 8 de julio (al precio final habría que añadirle el suplemento de pago con tarjeta que ronda los 10 euros):

  • A: salida: 8.00; vuelta: 17.55 horas. Precio con una maleta facturada, más equipaje de mano=128,9 euros.
  • B: salida: 6.00; vuelta: 8.40 horas. Precio con sólo una maleta de mano de cabina= 95,88 euros. Si queremos facturar una y llevar otra de mano: 145,88 euros. Si queremos además un embarque prioritario: 155,88 euros… y suma y sigue.

Puede que en otros casos/destinos el precio sea más ‘barato’, prueba y compara.

Ahora eres tú el que decide…


Nota: ¿Cuál es para ti la mejor compañía aérea o la que mejor te haya tratado en relación calidad/precio?

Imagen de cabecera: langalex via Foter.com / CC BY-SA

Esta entrada tiene 5 comentarios

  1. Muy buena la comparación entre los regulares y los «low cost». Habría que comparar más exhaustivamente porque al final no está tan claro que es lo que sale más barato, y también habría que considerar el precio (no económico) que uno paga al final, me refiero a retrasos, horas intempestivas, volar sin facturar, correr a coger sitio, etc.. . Yo he sufrido cancelaciones de líneas low cost que se negaron a indemnizarme lo que debían por cancelación, una auténtica vergüenza!!

  2. En mi opinión, las low cost solo salen rentables si la tienes en tu propia ciudad y vas sin facturar equipaje. En el resto de ocasiones, siempre me salió bastante más caro que Iberia o cualquier otra aerolinea de las normales

  3. Creo que tienes toda la razón. Comparto la misma experiencia que tú, ya que nunca he tenido ningún problema volando con low-cost, pero es verdad que en el caso de la aerolínea innombrable es casi humillante.Además, creo que si compras los billetes con mucho tiempo de antelación, sin viajar en temporada alta o fin de semana, puedes encontrar algo barato, pero en temporada alta suelen incluso duplicar las tarifas disponibles de las aerolíneas regulares.Muy buen post! 🙂

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