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Un arte callejero


Cuatro millones de euros destina el Ayuntamiento de Barcelona en limpiar grafiti cada año. Txinorri es claro, «ya se los podrían haber gastado en sitios para pintar los grafiteros en lugar de tapar los muros», afirma.

Cada vez son más las ciudades que están plagadas de grafitis y de street art. Aunque no es algo nuevo ya que los mismos romanos escribían en los muros de las ciudades para anunciar eventos o hablar de los políticos, y en la fachada de la catedral de Barcelona puedes encontrar grafitis de la época de Jose Antonio Primo de Rivera.

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Se pueden apreciar en negro las letas OSE NTO

Ahora vemos pegatinas en cualquier rincón, pequeñas esculturas pegadas en las fachadas de los edificios, baldosas con colores o formas variopintas, dibujos etéreos que su significado dura unas horas y hasta hay empresas online de actividades turísticas que organizan rutas para enseñarnos estas obras efímeras y contarnos quiénes son los artistas con nombres exóticos: Space Invader, Mr. Ice Cream, BL2A, ESME 172, Chupete Negro, OLAE…

Sin embargo, hoy todavía sigue siendo una práctica ilegal (en según qué casos no, como veremos), y pocas veces explicada por los mismos artistas.

Qué es el grafiti hoy

Txinorri lleva más de veinte años inmerso en el mundo del arte en la calle en Catalunya, «empecé con los taker (firmas), luego con las letras (letters) y ahora pintando murales, esto ha cambiado mucho», nos explica ajustándose unos pantalones estilo militar y colocándose su gorra a juego bajo un sol de justicia. Y es que estamos en Lloret de Mar (Girona) en plena Costa Brava y aquí en verano el calor aprieta, pero no es suficiente para que no se lleve a cabo un acto solidario de grafiteros a favor de los animales y en medio de una feria. Aquí hoy se puede adoptar un perro, comprar peluches y bailar al son de la música más veraniega con tu mascota preferida en medio de una plaza urbana.

graffiti, txinorri
Txinorri empezando a pintar un perro en el gran mural-rompecabezas

Un lugar, la calle, que para los grafiteros es sagrada. «El grafiti es un arte en la calle y tiene que ser ilegal», nos confiesa Txinorri, «es aventurero y cuando eres joven tienes ganas de hacer el gamberrillo (sic)».

En la actualidad, este tema de la legalidad/ilegalidad se intenta resolver con páginas webs en donde puedes reservar los muros para pintar de una manera legal, ya que el Ayuntamiento habilita estos espacios, e incluso se ha creado una app móvil (Murs Lliures—Muros Libres) para ver los grafitis, compartirlos y registrarte para conseguir tu muro por un día. Aunque este método no parece convencer a los más veteranos que siguen sintiendo este mundo como ilegal, «los muros libres están bien, pero te dejan sólo un sitio y es (para el Ayuntamiento) como limpiarse las manos», afirma Txinorri.

De la ilegalidad al oficio

Pero, muros, grafitis, writters (escritores), persianas… ¿es todo igual? «No, el grafiti es en la calle, luego está el mural si es curro o es más de dibujo figurativo», aclara Txinorri. Un arte que para muchos ya se está convirtiendo en un oficio como es el caso de Berok que hoy se ha venido con sus dos hijos al acto solidario.

Berok, graffti
Berok con uno de sus hijos

«Yo empecé como todos, pintando en trenes hace más de quince años, pero después me fue bien y ahora tengo clientes, pinto desde el interior de una discoteca hasta una guardería», comenta mientras empieza a empaquetar la gran maleta en donde ha traído todos sus botes más los que repartía la marca NBQ para el acto. Esto de ser grafitero, en según qué caso, es casi como si te fueras de viaje. Sus hijos parecen seguir el mismo camino que su padre dada la destreza con la que cogen el bote, pero «a ellos no les digo nada, les dejo que hagan lo que quieran, pintamos juntos su habitación», y ahora acaban de terminar de pintar el dibujo del Coyote y su padre un tigre… ¿pero esto no iba de perros y gatos?, nos preguntamos.

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Berok visto por nuestro ilustrador, Carlos García Rubio

A Chesone tampoco le va mal en este mundo. Empezó hace poco más de tres años y hasta Santiago Segura se fijó en un grafiti mural suyo.

graffiti torrente«A mí siempre me ha gustado dibujar, desde pequeño se me ha dado muy bien, un día empecé a dibujar con spray, ahora estoy dándole también al acrílico en casa», explica mientras intercambia una y otra vez las boquillas de los botes de spray. «De vez en cuando me encargan persianas para comercios», señala un Chesone algo tímido que no le gusta mucho que le grabe una cámara. Una actividad muy de moda en los últimos años, la de pintar las persianas de las tiendas, y que empezó como un acto de respeto, ya que cierre que estaba pintado por un grafitero era respetado por el resto del colectivo y no se pintaba más. De esta manera, muchos comerciantes decidieron encargar estas obras al colectivo del grafiti. «Aunque no en todos los barrios (en el caso de Barcelona) se pueden pintar las persianas, en unos hay que pedir permiso al Ayuntamiento», nos puntualiza Txinorri.

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Chesone en pleno trabajo
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Chesone visto por nuestro ilustrador, Carlos García Rubio

Como todo arte, tiene su técnica

Botes especiales para grafiti, de baja presión y en mate, boquillas de todos los tamaños para colocar en los botes, «éste tiene una inclinación y con este otro puedes dar más o menos presión», nos explican todos.  Un arte con una técnica muy precisa aunque alguno que otro se define como rebelde. «Realmente no sé cómo acabará porque cada vez intento hacer algo distinto», nos revela SAV45 con un brazo escayolado y el otro sosteniendo un bote de pintura y un pincel. Es el único que pinta sentado y con diferentes técnicas. Su madre con un acento ruso que todavía no ha perdido, pese a vivir muchos años en España, nos aclara que «él empezó en casa pintado con boli y pincel, y siempre le ha gustado mezclar técnicas». SAV45 se esconde bajo una gorra azul, en las fotos aparece tapado siempre, y es muy cauto con la cámara cuando hacemos fotos cerca de él. Con una voz muy entrecortada nos remarca, «es grafiti porque está en la calle y me gusta mezclar el pincel y la brocha, pero nunca he pintado en sitios ilegales».

SAV45
SAV45 durante a ejecución de su grafiti

Chesone se define como más puro en el desarrollo del dibujo, es otro estilo. Como todos, él se fija en un dibujo que lleva en la mano y a partir de ello empieza a trazar y a rellenar con color:

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Cuantos más colores le metes, más realista es»

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Chesone con el grafiti terminado

La normalización del grafiti

«Ahora la gente ya lo ve como arte, es más normal porque aparece en cualquier sitio, hay muñecos, dibujos y está la moda del street art», relata Txinorri.

Yury vive en Rusia, aunque es originario de Corea del Sur, «del sur, ¿verdad?», le enfatizamos. Su cara hace una mueca y nos dice que sólo habla inglés. Él lleva unos días disfrutando del calor de Lloret de Mar, se le nota en el color de piel, y hoy se ha pasado para ver a su amigo SAV45, «es realmente hermoso», nos declara. «Es una pena que en Rusia y en Corea del Sur sea ilegal, allí si te pillan…», nos hace un gesto con la mano como cortándose el cuello.

Y es que nos guste este estilo artístico o no, hay que reconocer que poco a poco se está convirtiendo en un oficio más y que alegra nuestro día a día paseando por según qué calles. Quién no se ha pasado toda una tarde dando una vuelta y buscando en los edificios lo que los artistas han dejado por la noche.

A los mayores también les atrae cada vez más. «Para mí es arte», manifiesta Enrique vecino de Lloret, «bueno, venimos de una urbanización con jardín a las afueras de Lloret», apostilla su mujer. Los dos, de avanzada edad, se acercan al puesto de botes de pintura que tiene Txinorri en la feria.

— Queríamos un bote de esos para pintar—, pregunta Enrique.

— Sí, tenemos muchos colores, ¿cuál quiere?

— Uno negro irá bien—, contesta

— Tenga señor, llévese un guante de látex para no mancharse.

Tras dejar el puesto, nos acercamos nuevamente al matrimonio.

— Perdone, Enrique, ¿va a empezar a pintar murales en la calle? no creemos que haya mucha gente de su edad haciendo grafitis, estaría bien, ¿no?—, le preguntamos.

— Hombre, no me gusta que se pinte en cualquier sitio, me gusta cuando pintan dibujos, muñecos… es bonito.

— Sí, pero acaba de comprar un bote de spray, ¿qué va a hacer?

— Ah, sí, pero es para ver si puedo arreglar pintado de negro una figurita que tengo en el jardín.


Agradecimientos a Tarracosbull y a todos los amantes del grafiti que nos ayudaron en la creación de este reportaje:

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