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Franco cabeza estatua

Todo empezó en una semana otoñal, en el mes de octubre de 2016. El ayuntamiento de Barcelona tomaba la decisión de instalar una estatua del dictador Francisco Franco a caballo (sin la cabeza que perdió en 2013 en extrañas circunstancias mientras descansaba en un depósito municipal después de haber presidido el patio de armas del Castillo de Montjuïc), y de la Victoria fuera del centro cultural de El Born en la ciudad condal.

Las esculturas, rescatadas de los almacenes municipales, formaban parte de la exposición denominada Franco, Victoria y República instalada en el interior del edificio para explicar la evolución de estas figuras a lo largo de la historia, y lo que significaba que estuvieran en un lugar —en las ruinas arqueológicas de la antigua Barcelona de principios del siglo XVIII— donde los catalanes perdieron sus tierras a manos de los Borbones en 1714.

franco estatua
La Victoria y Franco a lomos de un caballo durante la exposición temporal fuera del centro del Born

Franco cabeza estatua
Después de la retirada de las estatuas, el suelo de la plaza del Born tiene este aspecto

Aparentemente, estas dos obras creadas por los escultores catalanes Josep Viladomat y Frederic Marès, el primero autor del Franco a lomos de un caballo y el segundo —reconocido como el escultor de la dictadura franquista— creador de la estatua de la Victoria, eran el reclamo perfecto para la exposición que duraba hasta enero de 2017. Sin embargo, dada la crispación de una parte y otra de la sociedad sobre los hechos pasados durante la dictadura y todo lo que afectó a los sectores de la población, la estatua de Franco acabó en el suelo y duró en pie menos de cuatro días. Huevos, pintura, banderas, muñecas hinchables… todos los elementos posibles para adornar al dictador como si de un árbol de Navidad se tratara hasta acabar por los suelos.

El Ayuntamiento, por tanto, decide quitar las dos estatuas de la entrada del centro cultural y queda la exposición dentro. «Es una provocación», exclama más de un vecino de la capital barcelonesa que pasea al lado de las efigies.

De la polémica, a la historia dentro de la ciudad

Las estatuas ya no están, pero lo interesante —fuera de la polémica que se ha creado alrededor de la estatua sin cabeza— es el recorrido que cuenta toda la historia de estas dos esculturas y de sus autores, el contexto, desde que se encargaron, la evolución de las mismas en Barcelona, sus emplazamientos…

Franco cabeza estatua

Franco cabeza estatua

Según el folleto de la exposición, «muestra la permisividad con los símbolos de la dictadura a partir de las peripecias de tres estatuas, la República, la Victoria y la ecuestre de Franco». La muestra está dividida en dos partes, la primera ya no existe ya que ocupaba la parte de la plaza del Born (la estatua a caballo, la Victoria y la República proyectada como una sombra), y la segunda está dentro del centro cultural. Esta última se estructura entre Josep Viladomat y Frederic Marès, los escultores, los verdaderos protagonistas de toda la instalación, muy lejos de lo que ha conllevado el motivo de la muestra.

Una performance en el exterior parece que ha nublado el verdadero sentido de la exhibición. El visitante llegaba atraído por este espectáculo mediático, cuando lo verdaderamente importante estaba dentro del centro cultural y no fuera.

A través de un recorrido por la exposición podemos leer y ver los diferentes emplazamientos que han tenido las obras a lo largo de los años en Barcelona y que convivieron en el tiempo. La última parte explica el impacto de la estatua ecuestre de Franco en el Castillo de Montjuïc desde 1963, «un lugar del que la simbología franquista se había adueñado en 1939», se refleja en la exposición.

El recorrido termina con la cabeza de Franco, pero no la de la estatua de Viladomat. Un retrato del dictador de silicona y pelo natural creado por el artista madrileño Eugenio Merino, nos mira fijamente bajo un foco de luz y un telón de fondo negro.

Les recomendamos que si están por Barcelona estos meses y quieren vivirlo de primera mano, no lo duden, entren, aunque creemos que a la muestra le falta una buena narración, y unos carteles con letras más grandes. Dejen a un lado la parte más política, sus sentimientos y lean, al menos para intentar entender y buscar alguna explicación a toda la historia, la pasada y la presente. No se queden sólo con la cabeza cortada, con la estatua en el suelo, con que se ha puesto una estatua de Franco en Barcelona. Cuando tengan todas las piezas del puzzle, podrán opinar mejor, a fin de cuentas todos (de alguna u otra manera) también formamos parte de esta exposición.

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