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arboles acuarela

Cierra los ojos y piensa en el término voluntariado. ¿Qué te viene a la cabeza? ¿Tal vez una imagen en algún país de África, Asia o Sudamérica? ¿Rodeado de niños y en una aldea perdida para hacer volunturismo? Y sobre la sostenibilidad y un comportamiento acorde con la naturaleza, ¿también te ves fuera de tu país?

Voluntariado y sostenibilidad. Dos palabras que durante cierto tiempo —sobre todo la primera— se han asociado a conductas en nuestros viajes internacionales. Pero, ¿realmente hay que salir de nuestro entorno para hacer voluntariado y tener una conducta respetuosa con el medioambiente?

Alrededor de estas cuestiones en la época COVID-19 nace la tercera sesión del ciclo «Piensa global. Viaja local» que organizamos junto al Espacio de Consumo Responsable del ayuntamiento de Barcelona, y la asociación de turismo sostenible Aethnic. En esta ocasión reunimos a tres expertas en materia de voluntariado y de sostenibilidad para debatir sobre estos aspectos dentro del sector del viaje.

El aprendizaje se encuentra en la puerta de casa

«Es un buen momento para replantearnos las motivaciones que tenemos sobre el voluntariado y sobre el voluntariado local», expresa Marta Salvador, investigadora y colaboradora en Alba Sud, la asociación especializada en investigación para el desarrollo. Para la experta, «el voluntariado local implica un pequeño desplazamiento que puede ser una manera diferente de ver el espacio diario durante las vacaciones y de conocer otras perspectivas».

Y es que sólo en la zona de Cataluña «casi 300 actividades puntuales de voluntariado se realizaron durante 2019», según apunta Paula Puy, técnica de la Red para la conservación de la naturaleza (XCN). Algunas organizadas por diferentes entidades como son Animal Latitude sobre la fauna en Barcelona, Collserola Verda y Bosc Turull para el mantenimiento de las zonas verdes, y el famoso Pure Clean Earth de recogida de basura en las playas (aunque «la solución está en la prevención y no tanto en la recogida», insiste Puy como se recoge en este artículo. También contribuyen a esta dinámica de voluntariado local acciones de otros organismos como la Fundación Cataluña la Pedrera, con Món Natura en el delta del Ebro o en Pirineos, actividades científicas en Cap de Creus, y el mantenimiento de los caminos ganaderos del Garraf con Garrad Coopera, entre otros.

«El voluntariado local implica un pequeño desplazamiento que puede ser una manera diferente de ver el espacio diario durante las vacaciones y de conocer otras perspectivas. Marta Salvador
ilustraciones sesion 3

Una variada oferta de proximidad en cuanto a turismo sostenible y voluntariado tan rica «que no se aguanta», resalta Anna Peña, directora de comunicación de Rezero, fundación sin ánimo de lucro que aporta soluciones hacia una sociedad de residuo cero. Un viaje local de aprendizaje que ahora toma más protagonismo si cabe, ya que toca ser «realmente ser crítico dentro del movimiento de turismo mundial con esta necesidad que nos pone de viajar de punta a punta del mundo porque si no, no eres feliz», apunta la dircom.

El turismo aumenta un 8% los residuos en Barcelona

Esto en cuanto a turismo de voluntariado local, pero sobre nuestra huella ecológica cuando viajamos, ¿qué sucede con los residuos, y con los que nos visitan? «Hemos podido comparar la producción ligada al turismo y se ha observado que los residuos suben cuando hay turismo un 8% en la ciudad de Barcelona», destaca Peña en su intervención. Quizás una de las posibilidades es explicar al turismo el tema de la reducción y ofrecer herramientas para reducir la cantidad de envases de un solo uso, «en el hotel, en el aeropuerto… hacerles ver que esta ciudad tiene una opción residuo cero (…) que vivan la experiencia pero sin dejar la mierdecilla a los que viven aquí». Campañas de concienciación de cambio de hábitos sobre estos residuos —plástico de un sólo uso principalmente— que han sido realizadas por el equipo de Rezero tanto para el turismo como para la ciudadanía.

Pero los residuos generados no sólo están ligados al tema ecológico, sino también a la sobreturistificación de un espacio. En este sentido, «es la propia población la que tiene que hacer frente al problema de la sobrepoblación (…) y anteponer los recursos naturales a los económicos, no ver al turismo como la fuente principal de ingresos», aporta Marta Salvador. Uno de los ejemplos que explica la investigadora es el de Mallorca, donde hay una fuerte preocupación con el tipo de turismo y los problemas medioambientales derivados del consumo de agua en piscinas privadas, «que se amortizan sólo en la época de verano» y causan limitaciones en los recursos naturales. También el turista de cruceros que genera opiniones detractoras (como refleja este manifiesto) y partidarias, ya que por un lado genera puestos de trabajo pero en ocasiones «con condiciones precarias», añade.

Quizás una de las posibilidades es explicar al turismo el tema de la reducción y ofrecer herramientas para reducir la cantidad de envases de un solo uso, «en el hotel, en el aeropuerto… hacerles ver que esta ciudad tiene una opción residuo cero (…) que vivan la experiencia pero sin dejar la mierdecilla a los que viven aquí»Anna Peña

España, ¿barra libre?

Sin embargo, ¿cómo transmitir un mensaje medioambiental y respetuoso que cale en el turista y hacerles ver que España no es la barra libre de Europa? Más sobre todo tras observar cómo los extranjeros que visitan Barcelona, en julio de 2020, se comportan en pisos turísticos y no llevan en su mayoría la mascarilla (COVID-19) obligatoria.

«En plan macro», España «es el destino de Europa desde que el gobierno de Aznar hizo una campaña de turismo como el destino de los europeos», asiente Anna Peña. «Un turismo barato a disposición de…», añade. Una de las soluciones que se proponen es hacer ver que «aquí hay unas pautas y unas leyes desde el inicio», desde que el turista aterriza en el aeropuerto y que todo esté con la misma coherencia. Aunque la dircom de Rezero insiste en que «la responsabilidad es compartida», todos tenemos que ponernos las pilas en el tema de un turismo «en donde se vea la investigación y el desarrollo (I+D)» para no seguir siendo dependientes de un tipo de turismo que no favorece las dinámicas medioambientales ni sociales. ¿Un muro difícil de derribar-evolucionar? ¿Intereses económicos y empresariales? ¿Alguien tiene la respuesta?

Reflexiones y acciones voluntarias y medioambientales que tal vez deberíamos implementar comenzando por nuestro entorno local, y aprender de los errores. Sólo así generaremos comportamientos más sostenibles para poner en práctica en nuestros destinos vacacionales de larga distancia, porque todos —ciudadanos y turismo— contribuimos al efecto del cambio climático y social.

© ILUSTRACIONES: CARLOS GARCÍA RUBIO (Cabecera: técnica acuarela; interior: mixta (digital y pluma))

ciclo de turismo
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