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ranking viajero

Es curioso como los humanos nos empeñamos en viajar, viajar y viajar alrededor del mundo con la idea de descubrir todo. A veces no nos paramos a pensar en que en realidad ese todo realmente es nada. Basta con mirar al cielo y descubrir los millones de lugares que nos quedarían por explorar. Sin embargo, aún nos quedamos con que somos conquistadores, que hemos visitamos decenas de países y realizamos ránkings sobre quién es el más viajer@.

Hace unas semanas visitábamos un observatorio astronómico justo en la mitad geográfica de Catalunya, en donde pudimos descubrir que estábamos en lo cierto. No somos nadie comparados con otros planetas e incluso con otras estrellas. Demasiado pequeños como para creernos que ya lo hemos visitado todo.

Ahora en unos años empezarán a estar de moda, para unos cuantos adinerados, los viajes fuera de nuestro planeta, pero ¿estamos preparados para sentir que en realidad nos queda tanto por descubrir? ¿que ahí fuera se ve todo de otra manera y la perspectiva cambia? ¿que lo que pensamos que es el mundo desarrollado (añadiendo el matiz de desarrollado en qué, y comparado con qué), en realidad también dentro de nuestro planeta somos unos continentes pequeños al lado de África o Asia?

No lo creo, aunque mandaríamos a más de un político a hacer algún viajecito al éxodo de la atmósfera para contemplar la magnitud de los territorios. Quizás, sólo así, se les cambiaría algunas ideas que parecen que siempre están relacionadas con el dinero (invento terrestre, por cierto).

Primera posición en el ránking: la Madre Naturaleza

Desde hace siglos el hombre siempre ha tenido un afán por conquistar, de llegar el primero, pero siempre se olvidaba de un detalle: la Madre Naturaleza ya estaba allí. Misteriosa, con sus ciclos, da igual en qué planeta, en qué estrella, siempre sigue el mismo ciclo de nacimiento, vida y muerte. Qué nos creemos nosotros para pensar que siempre descubrimos zonas. Cuando nosotros llegamos la naturaleza viene, y quién sabe si alguien más ya lo ha visitado antes (hablamos de vidas no terrestres).

Pero es inevitable. Los humanos llevamos ese viajer@ dentro y, por ende, la astronomía también. Siempre mirando al cielo. Para ver el tiempo, el norte, el sur, el este, el oeste, saber cuándo cambiar la ropa de invierno, cuando ir a recolectar, a plantar… y, en definitiva, guiar nuestras vidas y nuestro tiempo.

Segunda posición: el telescopio

Así durante cientos de años los hombres —y mujeres— nos hemos dedicado a aprender de ese cielo, a poner nombres a las estrellas, a los planetas, a unir los puntos y a llamarlas Osa Mayor, Osa Menor… a descubrir a través de un telescopio que es el que llega antes que nadie a través de su óptica. Investigamos porque (¿ves?) siempre se nos queda corta la Tierra y queremos más y más y más…

Sin embargo, cuando llega el momento de poner el ojo a través de ese catalejo que contiene todos los avances hasta el momento (en la Tierra), es cuando nos damos cuenta de que vemos una canica de color (en el mejor de los casos) o un punto de luz (en el peor). Vaya chasco. Pero ¡no!, esa no es la óptima reflexión. Demos una vuelta a todo y dejemos de pensar que somos el ombligo del mundo (¿de qué mundo?, ¿del nuestro?), sólo así nos daremos cuenta de que igual que nosotros vemos al resto de planetas y estrellas como un punto en la lejanía, ellos también nos verán —nos ven— como una canica, débiles, ínfimos y diminutos.

Observatorio de Castelltallat (910 metros de altitud)

Entonces, ¿qué hacemos?

Lo mejor será vivir y saborear nuestro planeta, al menos hasta que no acabemos con la capa de ozono, los recursos naturales y todo lo que la Madre Tierra nos dio por el momento. Entonces habrá que coger las maletas y salir fuera, al espacio exterior.

Está bien hacer listas, números de países a nivel de márketing… pero realmente deberíamos saborear más cuando somos de los pocos que hemos llegado a un lugar. A veces hacemos demasiadas fotos y nos olvidamos de sentir lo que sentían esos exploradores hace siglos.

Imaginemos a un Cristóbal Colón llegando a América, bajando de su navío, sacando su smartphone y poniéndose a tuitear, después se haría selfies con los nativos, mandaría fotos como un loco a la reina Isabel y en unos instantes todos los que nos hubiéramos quedado en el Viejo Continente podríamos ver cómo es el Nuevo. Está muy bien a nivel técnico comunicativo y excelente para los que nos se pueden desplazar, pero ¿y la vivencia?

Así, las herramientas tecnológicas (redes online) son fantásticas como complemento y ayuda en los viajes, aunque por desgracia la mayor parte de las veces nos anulan como humanos, como terrícolas, y nos hacen perder el raciocinio y el sentimiento.

Por ello, creemos que con visitar el ránking de las 10 mejores playas, las 10 mejores islas, los 10 mejores países para vivir… (visto en internet) ya lo hemos visto todo y lo hemos tachado de la lista, que es lo que importa. Pero, viajer@s, basta con mirar* un poco al cielo todas las noches y ver que esa reflexión no es real. Es un autoengaño para hacernos creer que lo hemos conquistado todo. Pero… ¿la verdad? Es dura, realmente somos ínfimos y nos queda TODO por explorar y por sentir.


* ¿Cómo? que no se ven las estrellas en tu gran urbe plagada de contaminación lumínica… bueno, aceptamos Google Earth para contar estrellas, va.

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Tu reflexión es totalmente correcta Bárbara. Tenemos demasiada información y hemos perdido un poco la capacidad de sorprendernos, porque en cierta manera ya lo conocemos todo antes de visitarlo. De todas maneras yo creo que es más una sensación que una realidad, yo por lo menos siempre que visito un sitio por primera vez ( de los no masificados ) en muchas ocasiones sigo teniendo esa pequeña satisfacción de conocer algo nuevo. Lo que personalmente no entiendo es esa necesidad de compartir lo que estas viendo casi en directo en la que se ha entrado, que hace que mucha gente esté más pendiente de como hacerse una foto divertida que de disfrutar de un hermoso paisaje o un lugar lleno de historia.

    Saludos.

    1. Mil gracias viajeros por vuestra reflexión. Pues por el motivo que apuntáis y demás, llevamos ya casi un año intentando entre todos un #viajarsincolonizar porque es duro llegar a un destino y ver a la gente SOLO haciéndose fotos. Una pena… Un abrazo compañeros!

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