Ya lo decía el anuncio de la aerolínea Emirates Airlines, «cuanto más viajas, más enriqueces tu mundo»… y puede que muchos de los que estéis detrás de esta pantalla penséis que sí, que es estupendo viajar cuando se tiene dinero o cuando se tienen unas condiciones económicas holgadas… Pero desde este rinconcito web no dejaré de repetir que hay mil formas de viajar y de ver mundo, lo que importa es la predisposición y las ganas de conocer… Que viajar se convierta en una forma de vida y en algo prioritario es cosa de uno, como el que sale a cenar todos los días a un restaurante o el que se compra una prenda de vestir cada semana :) El viaje te abre la mente, te ayuda a ver las cosas de otra manera, te vuelve más práctico y te humaniza más.
En el caso de los veranos siempre son un claro ejemplo de aprendizaje mental y enriquecimiento, ya que en ellos se producen los viajes más largos.
Cada viaje marca, y el que nos ocupa en esta reflexión no iba a ser menos.
Marca a la persona según su experiencia vital, según la predisposición en el viaje, según la ganas de aprender y según las ganas de involucrarse en la cultura, gastronomía o sociedad; aprender a ser una entusiasta con lo que te rodea.
Viajar a países de cultura tan diferente a la nuestra, como pueden ser los de este verano –India, Sri Lanka o Nepal–, dejan una profunda huella en el viajero. La misticidad, la religión de cada uno de ellos –budistas e hinduistas–, la comida, las costumbres, el hablar con la gente, en meterte en casas ajenas… es una amalgama de sensaciones y una fuente de riqueza muy valiosa para el viajero que puede vivir el día a día.
Muchos amigos, familiares, conocidos… me han preguntado qué cómo vuelvo (espiritualmente) de esos países… Y siempre respondo lo mismo, feliz, muy tranquila y en paz. Por qué? porque es un regalo el poder visitar estas zonas, aprovechar y saborear cada momento, cada lugar y cada persona que te vas encontrando en el camino, o las personas que llevas como compañeros de viaje, con los cuales aprendes también.
Sin nombrar la cantidad de situaciones, a cual más peculiar, que te hacen ser más fuerte y te ayudan a saber cuáles son tus limitaciones… Casi siempre solemos darnos cuenta de que soportamos más de lo que nosotros creemos.
Con este ‘post’ no quiero intentar cambiar la percepción de la realidad de nadie, cada uno es como es y ni uno es mejor que el otro o peor. Simplemente, es una reflexión sobre estos meses estivales que he vivido y como una ayuda diaria sobre la realidad que nos rodea, cada cual la suya (parados, explotados, cargas familiares…), que por suerte (o por desgracia), según se mire, sigue siendo de lo mejor que hay en el mundo.
Intentemos que en este nuevo curso escolar que acaba de comenzar nos preocupemos de los problemas realmente graves, relativicemos muchas situaciones, bajemos las revoluciones para saborear más los momentos, escuchemos al que nos quiere aunque nos haga llorar o pensemos que su comentario no es el apropiado, miremos más por el que está a nuestro lado y no tanto el ombligo, empaticemos, no seamos sólo interesados y, si puedes, viaja, viaja hasta que tu mente se mimetice y comprenda lo que vivas…
La vida es un viaje de ida, aprovecha el billete, sonríe y déjate llevar…
Preferimos observar el contexto, captar instantáneas con el alma a través de una buena conversación que no con un teleobjetivo, elevamos el arte al nivel cultural que se merece en detrimento de la fotografía, y encontramos historias que suceden rápido pero que hay que entender. De este modo la experiencia se queda más dentro, se añade a tu currículum de vida, y tiene más valor espiritual que contar los países visitados. Si como añadido a esta línea de viaje le sumamos aquello con lo que trabajamos siempre, la infografía y la ilustración, resulta un viaje con un toque interpretativo añadido extra. Diferente a lo convencional.
Estoy de acuerdo y es verdad q lo mejor es viajar y ddisfrutarlo para lluego poder opinar de los viajes