Seguramente hayas escuchado que después de los días de Semana Santa se regala el huevo de Pascua, se suele pintar de colores y se esconde en los jardines de las casas para que los más pequeños los encuentren. La tradición radica en que durante los siglos IX y XVIII la Iglesia católica los prohibió en estas fechas porque eran equivalentes a la carne, y la gente los cocía y los pintaba para diferenciarlos de los frescos. El alimento de la gallina relatan que se asemeja a la resurrección como un símbolo de vida nueva.
Bien, en Catalunya, Valencia y Aragón principalmente, desde el siglo XVIII se entrega también un huevo como obsequio pero la tradición es un poco diferente. «El padrino le da a su ahijado el huevo o la mona», nos explica uno de los descendientes de la saga Mauri, una de las pastelerías más antiguas de Barcelona fundada en el año 1929.
Del azúcar y huevo a la mona más chocolatera
«La mona más tradicional lleva tantos huevos como la edad del niño, hasta llegar a los 12 años o hasta que haga la comunión», agrega una de las señoras que está en el establecimiento eligiendo una de las monas más sofisticadas.
Y es que la tradición ha variado mucho desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Hoy, las pastelerías luchan en sus escaparates para ser la mona más original, grande y escultórica que otras. Casi que pasó a la historia la original masa de coca de azúcar con huevos duros. Ahora todo se tiñe de chocolate y modas… modas que hacen que sólo en Catalunya en el año 2012 surjan más de 600.000 monas pasteleras de chocolate, y que en la provincia de Barcelona se alcance más de 450.000.
Lo más curioso es que la palabra mona deriva de munna en árabe que significa provisión de la boca, puede que tengamos que agradecer a los árabes esta dulce tradición.
Nota: agradecemos a la casa Mauri la realización de estas fotografías.
Preferimos observar el contexto, captar instantáneas con el alma a través de una buena conversación que no con un teleobjetivo, elevamos el arte al nivel cultural que se merece en detrimento de la fotografía, y encontramos historias que suceden rápido pero que hay que entender. De este modo la experiencia se queda más dentro, se añade a tu currículum de vida, y tiene más valor espiritual que contar los países visitados. Si como añadido a esta línea de viaje le sumamos aquello con lo que trabajamos siempre, la infografía y la ilustración, resulta un viaje con un toque interpretativo añadido extra. Diferente a lo convencional.
A los àrabes les debemos muchisimo de nuestro conocimiento a todos los níveles. El que no lo quiera ver es que tiene la vista entorpecida por los prejuicios. Una pena que la religión haya sembrado el desprecio entre culturas vecinas desde los tiempos de los tiempos.
Respecto a los huevos de chocolate eso es cosas de españoles y franceses. Los españoles trajeron el chocolate a Europa y 2 siglos después los franceses se encargaron de reinventar las monas con esa maravilla de ingrediente 🙂 En Portugal se lleva la misma tradición: antaño el pan con los huevos cocidos llamado folar ( ¡con una sola L!)y hoy en dias las alméndras de chocolate, los huevos de mil colores hechos con chocolate y, por fin, los conejos de chocolate. Happy Chocolàscua!
Un besito macos y muchos ànimos para seguir traendonos historias como estas.
Muchísimas gracias por tu aportación tan genuina y llena de aprendizaje. Tomaremos nota de todo. Saludos a Portugal y gracias por comentar