Saltear al contenido principal
delta del ebro

 

Esta crónica nace del viaje de verano de 2020, en plena pandemia del virus COVID-19, en donde realizamos unas entrevistas y un trabajo de campo (con proyectos a nuestra elección) semanas antes del evento que organizamos para el Terres Festival en el Món Natura (Fundació Catalunya La Pedrera) en el Delta del Ebro.

Puedes ver el vídeo de la jornada al final de esta página

Somos unos inconscientes. Es así. Entonamos el ‘mea culpa’. Mucho hablar de #viajarsincolonizar, mucho de sostenibilidad, mucho de respeto, mucho de organizar ciclos de pensar global y viajar local… Y esta vez si no llega a ser porque decidimos hacer una inmersión más local, más cultural y más social que las otras veces que hemos ido, no nos enteramos de lo que realmente se cuece por allí, y a menos de 200km de casa. Ya nos sucedió con la Vall de Boí o con Nápoles, pero esa es otra historia.

Situémonos. Verano. Los campos de arroz están en todo su apogeo. Verdes cálidos, con tallos altos, unos más crecidos, otros más amarillos a punto de ser recogidos, otros más secos, en algunos se ven unas cabecitas que son los campesinos que se desloman —y cuidan— la cosecha de las malas hierbas y otras amenazas naturales. Alrededor agua, pequeños canales que a veces se llenan de embarcaciones, carreteras estrechas que cruzan los cultivos, barracas, aves que bailan al paso de los coches, multitud de especies, flamencos y un sinfín de fauna y flora. Y al fondo del todo, el mar, como vigilando todo aquello que se hace aquí, en el Delta del Ebro, y cada paso que se da para mantener este ecosistema creado de forma natural.

delta del ebro

Y en todo este paisaje, como siempre, la mano del ser humano. Esa parte social del viaje que siempre nos gusta ver para entender que el escenario es real, que no es estético para disfrutar del qué ver y qué hacer en las vacaciones, sino que es un espacio donde suceden problemas, proyectos y soluciones para generar cambios e impulsar un espacio más sostenible y con más respeto.

Ecoturismo, el camino que hay que seguir

«Nosotros plantamos la semilla, somos motores de cambio para un mundo mejor: es nuestra frase», nos confiesa Daniel Montoya, socio fundador del proyecto de ecoturismo Deltaic (en Deltebre), mientras degustamos juntos unos mejillones a la brasa y una paella con arroz del Delta y cangrejo americano azul —especie invasora—. Vivimos en un mundo globalizado, está claro.

Daniel es arquitecto de profesión y fundó Deltaic (como un espacio interactivo en el que combina alojamiento, restaurante y eventos no sólo para clientes) en 2018 después de acabar «un poco asqueado del tema inmobiliario», y enfocarse en la arquitectura sostenible. «Ahora se ha visto que, lo que se decía hace unos años, es el camino que hay que seguir», resalta, ya que «tal y como se están haciendo hoy las cosas (en el mundo del turismo), hay caminos que no se pueden aguantar, deriva todo de la falta de ética».

Deltaic es un lugar «enfocado a la sostenibilidad» en el corazón del Delta, aunque «está aquí pero podría estar en cualquier otro sitio, ya que nos motiva la sostenibilidad a nivel global», añade. Un espacio que no sólo es importante a nivel ecológico por los barnices con los que han trabajado en los apartamentos, la energía de fuentes 100% renovables, las toallas de algodón ecológico, las sábanas de lino, o el agua con ozono que utilizan para la limpieza, sino también por «generar sinergias entre gente que tenemos alrededor, incorporar valores a la hora de tomar decisiones y no tener intermediarios», añade Montoya.

deltaic

«Ahora se ha visto que, lo que se decía hace unos años sobre lo sostenible, es el camino que hay que seguir (…) ya que tal y como se están haciendo hoy las cosas (en el mundo del turismo), hay caminos que no se pueden aguantar, deriva todo de la falta de ética», Daniel Montoya

Está claro que, tras esta pandemia, el mundo del turismo no será como antes, y es importante empezar a hacer las cosas de otra manera para «ofrecer un servicio alto sin dejar de lado los valores», destaca el arquitecto mientras nos sirven un menjar blanc (el postre típico del Delta del Ebro elaborado con leche y harina de arroz y aromatizado con canela y limón). Los negocios de turismo «no tienen por qué ir ligados a hacer las cosas mal, a engañar a la gente y a no ser transparente (…) se opta por lo fácil, lo sencillo y todo se va pervirtiendo». ¿Quizás las redes sociales son las culpables de esta perversión? «Nos hicieron creer que todo era fácil y generaron necesidades que no existían (…) lo que hay ahora es una oportunidad de hacer las cosas de otra manera, hay que currárselo más y con más creatividad, es una demanda real», concluye.

delta del ebro

La creatividad como valor añadido al territorio

Imaginación y trabajo no faltan en el estuario del Ebro, a pesar de que sigamos viendo aún muchas actividades ligadas a barcas a motor que atraviesan los canales en el Delta.

Un buen ejemplo de esta creatividad reside en Josep Juan Segarra, antropólogo y periodista audiovisual de profesión, como impulsor de «Poesía, surf y kayak». Una actividad en donde se hace deporte, se aprende la estructura de la poesía y se leen autores de la zona con un escenario único: mejilloneras, flamencos y puesta de sol (o luna llena, según sea el caso). La experiencia reúne lo mejor de la zona: naturaleza, fauna y cultura.

«La idea surge para ofrecer una experiencia diferente con un valor añadido al territorio», nos explica Segarra mientras limpia con lejía uno a uno cada kayak antes del uso. «Por el tema covid», advierte. «Tema peces, aves, y naturaleza son los mismos siempre, pero la poesía puede ser un activo para que se dé a conocer el patrimonio cultural», aclara.

flamenco

Oímos estrofas de autores como Zoraida Burgos, Gerard Vergés, Jon Gras, Eduardo Margaretto, Carme Pons, Silvia Panissello, Anna Zaera, Mireia Ibáñez, Carles Ibáñez o incluso el mismo Segarra, mientras el silencio de la puesta de sol es protagonista del momento. Aprendemos también de la poesía de posguerra, de la social, de cómo se componen los versos, las técnicas, los temas… Hoy nos acompaña Eduardo Margaretto, periodista, escritor y poeta rapitense (de San Carles de la Rápita), y la clase sigue mientras vislumbramos en silencio cómo los flamencos vuelan a su resguardo nocturno y los peces saltan en un agua que poco a poco va tomando el color del crepúsculo.

«La idea surge para ofrecer una experiencia diferente con un valor añadido al territorio (…) tema peces, aves, y naturaleza son los mismos siempre, pero la poesía puede ser un activo para que se dé a conocer el patrimonio cultural», Josep Juan Segarra.

kayak

Después de casi tres horas de travesía tenemos que llegar a tierra y resguardarnos nosotros también. En verano en el Delta, cuando cae la luz, los dueños del lugar son los mosquitos. Nos quedamos con más ganas de saber qué hace un antropólogo en el Delta, así que la conversación continúa en un bar local de Poble Nou.

ilustración
Josep Juan Segarra (izq.), Daniel Montoya (derecha). Técnica tinta a mano alzada. © Carlos García Rubio

El futuro del Delta pasa por la reivindicación, la asociación y el respeto

Hasta aquí dos ejemplos de actividades sostenibles que se están realizando en el Delta del Ebro, pero si hacemos previsión, ¿cuál es su futuro? Segarra lo tiene claro, «no habrá nada sostenible en el Delta mientras el ecosistema no sea tratado con más respeto, principalmente por la gestión que se hace de la cuenca». Un tema muy controvertido, el de los sedimentos del que el periodista es presidente de la asociación y activista de la campaña. «Ahora estoy escribiendo un libro sobre la gestión de los sedimentos y realicé este documental» donde se explica claramente que se podrían tener las compuertas de fondo de los pantanos en buen estado para que pasaran los sedimentos y llegaran al delta, pero que «nadie se mete con ellos porque es Endesa», confiesa el documentalista. Un vídeo en abierto para que todos podamos informarnos y compartir:

Daniel Montoya, de Deltaic, también apuesta por las asociaciones para hacer divulgación con el tema sostenible. Una de ellas es Rebost Ecològic, de reciente creación que involucra productores y espacios de restauración. «Aquí en el Delta falta formación para desarrollar ideas, pero una cosa es clara, el desarrollo de la gran mayoría de las empresas pasa por el ecoturismo», aclara. También el parque del Ebro está en la red europea «que aplica políticas de sostenibilidad», explica, «así que este territorio se protege, todo el mundo tiene claro que no se toca».

Y por último, otra de las otras soluciones para mantener el territorio sostenible viene a nivel político y personal. «Los políticos tienen un poder muy fuerte para legislar y comprobar el cumplimiento de muchas actividades que podrían cambiar muchos paradigmas (…) pero lo usan para mensajes chulis», argumenta Montoya. Para Segarra lo importante es «cuidar todo el ecosistema ya que los humanos forman parte del ecosistema, no separado, nosotros somos animales dentro de un medio natural (…) la idea de naturaleza y cultura es una abstracción humana».

Ambos tienen claro que debería haber un giro en el paradigma del turismo si queremos que lugares como el Delta del Ebro sigan existiendo. Segarra echa en falta que «más gente apoye y toque los temas con profundidad para mantener ese paisaje», y Montoya apuesta por «el cambio de actitud» y también hacia más implicación.

Quizás leas esto y pienses que te pille lejos o que no es tu problema, pero y si te decimos que en 1860 se sembró en el Delta del Ebro la semilla de lo que hoy es una de las más grandes cooperativas arroceras de España (Cooperativa Arrossaires), con una producción anual de más de 45 millones de kilos de arroz y una gama de 14 variedades diferentes. Así que estamos seguros de que en el armario de tu cocina algún grano de arroz viene del Delta. Su futura existencia depende de nuestro comportamiento responsable al visitarlo y de nuestras acciones de compra sostenibles. Esta crónica es nuestro granito de arena arroz al tema.

Y fuera del Delta del Ebro…

… los proyectos sostenibles continúan en tierras del Ebro. En L’Ampolla encuentras el jardín botánico medicinal «más importante en número de especies de la península», según Trinidad Fuentes y Jordi Bosch, los propietarios de Ecoherbes Park. Con más de 400 especies aromáticas, medicinales y culinarias, se puede disfrutar de un paseo por la naturaleza y, a la vez, conocer los usos de estas para la salud. Además, tienen un extenso cultivo para recolectar —no abierto al púbico— que es ecológico porque «me di cuenta de lo malo que tomamos cuando no son hierbas ecológicas, tomamos palitos que son dañinos», nos explica Trinidad mientras vemos cómo envasan las especies recogidas mano a mano en un proceso delicado, exclusivo y artesanal. Aquí todo está cuidado, los precios y los clientes, orientados a tiendas gourmet y a restaurantes de estrellas Michelin. Quizás el bolsillo más proletariado no se pueda permitir degustar una infusión suya a diario, pero al menos recomendamos visitar el enorme jardín y entender que nuestra salud y medicamentos pasa por la Madre Naturaleza.


©ILUSTRACIONES: CARLOS GARCÍA RUBIO
técnica acuarela a mano alzada y tinta negra.

©FOTOGRAFÍAS:
BÁRBARA M. DÍEZ Y CARLOS GARCÍA RUBIO

©MAPA: BÁRBARA M. DÍEZ

©TEXTO: BÁRBARA M. DÍEZ

 

 


ESTE CONTENIDO HA SIDO POSIBLE GRACIAS A LA COLABORACIÓN DE:

Esta entrada tiene 0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba
Buscar