A unos pocos kilómetros de la finca Viladellops se sitúa la montaña de Olérdola, en la comarca del Penedès. Un enclave estratégico que ha estado habitado desde la época de la Edad del Bronce (unos 4.000 años) hasta la medieval. Consta de una situación estratégica de 360º clave para vigilar al enemigo que se acercaba.
De los primeros que poblaron la montaña quedan herramientas y vasijas. Más tarde, en los siglos V y IV a.C. fue ocupada por los cesetanos (íberos) que dejaron como legado una tintorería —la única que se conoce del mundo íbero—. Los romanos estuvieron a principios del siglo I a.C. y se conserva la muralla, la cisterna y la torre-atalaya. A lo largo del siglo X se sucedieron luchas entre cristianos y musulmanes al estar muy cerca de la frontera de los dos mundos, hasta que en el siglo XII, y tras ampliar la frontera cristiana hacia el sur, la población comienza a vivir más en la llanura para aprovechar los campos de cultivo, el agua y las vías de comunicación.
Subir hasta aquí arriba es como recorrer la historia (cisternas, murallas, calles… de romanos, íberos…) y poder contemplar esta comarca desde otro punto de vista más allá de los vinos, del mar y de los pueblos más famosos que la rodean. Al fondo, vigilando, el macizo de Montserrat
Aunque quizás la joya de la corona de este complejo arqueológico, aparte de su envidiada situación en lo alto, sea su iglesia románica del siglo X-XII que se puede ver desde cualquier punto del valle. Nuría Molist, arqueóloga y responsable del recinto cuenta con orgullo todas las fases del edificio sagrado. «En el año 985 es destruida y deprisa tienen que construir otra, era más bajita y la techumbre de madera», explica. La importancia de este lugar es sublime, no podemos irnos sin preguntarle la comparación con lo que era Barcelona, «Barcelona y Olérdola eran las dos ciudades principales en el siglo X», y hoy parece un lugar bastante olvidado.
¿Dónde hacer una cata de vino?
Si nos dirigimos un poco más tierra adentro, encontraremos el pequeño municipio de Moja. Pocas calles, muchos coches… entendemos que por la cercanía a Vilafranca del Penedès. Esta localidad ha sabido sacar su carácter en la comarca con su historia medieval y su capilla románica de San Esteve del siglo XII, con decoraciones lombardas propias de las iglesias de los Pirineos. También puedes contemplar algunos edificios modernistas como el sindicato agrícola de César Martinell, discípulo de Gaudí.
En la calle de la Germandat encontrarás, desde fuera, una tienda en donde poder degustar gran parte de los vinos de la región. Sílvia Roig y su espacio Cal Roig están volcados en el enoturismo con catas, maridajes con chocolate, quesos, visitas a bodegas… El lugar engaña desde fuera, dentro es como meterte en la madriguera de Alicia en el País de las Maravillas. Pisos subterráneos que albergan muebles de otras épocas, pozos de agua que custodian botellas de vino con polvo y hasta máquinas de escribir antiguas. Esto en la planta baja. En la principal, puedes disfrutar de la piscina con una buena copa de vino.
¿Dónde comer al aire libre?
Nosotros te recomendamos que después de tomarte unos vinitos por la zona, con un conductor que sólo tome agua, vayas con tu picnic o barbacoa (previa petición al ayuntamiento y con 15€ de coste) a La Muntanyeta.
Un lugar en el campo donde poder divisar parte de este paisaje, respirar, echarte una siesta y coger fuerzas para continuar tu ruta por la Carretera del Vino.
AGRADECEMOS LA COLABORACIÓN EN ESTE REPORTAJE DE:
© ILUSTRACIÓN DE CABECERA: CARLOS GARCÍA RUBIO
© FOTOGRAFÍAS: BÁRBARA M. DÍEZ
Preferimos observar el contexto, captar instantáneas con el alma a través de una buena conversación que no con un teleobjetivo, elevamos el arte al nivel cultural que se merece en detrimento de la fotografía, y encontramos historias que suceden rápido pero que hay que entender. De este modo la experiencia se queda más dentro, se añade a tu currículum de vida, y tiene más valor espiritual que contar los países visitados. Si como añadido a esta línea de viaje le sumamos aquello con lo que trabajamos siempre, la infografía y la ilustración, resulta un viaje con un toque interpretativo añadido extra. Diferente a lo convencional.
Un resumen muy logrado de un pedacito del Penedès y su historia.
Gracias Carmelo!