Segovia, ciudad de grandes contrastes.
Un frío en invierno que deja cualquier cuerpo en estado de ‘pre hibernación’… un calor en verano que hace recordar esos días estivales de la parte más al sur del país.
Esos monumentos soberanos de épocas pasadas, bien sean góticos como su catedral, románicos, desde el siglo XII hasta la actualidad como el Alcázar o romanos como el famoso acueducto que la mayoría ya conozcáis.
Por supuesto, no hay que olvidarse del ya famoso cochinillo democratizado y al alcance de muchos, por suerte. Dejando atrás la época en la que sólo se podía comer en casa Cándido… ahora por unos 18 euros encuentras lugares estupendos con unos platos de cochinillo para dejar el plato ‘limpio’.
Todo esto es más que sabido de la ciudad de Segovia, pero lo que muchos no conozcáis, o quizás no hayáis reparado en ello, es en los tejados de sus casas. Por qué… por sus tejas al revés… El motivo, bueno, muchos pensaban que era por temas económicos ya que no es que las tejas estén al revés, sino que les falta la parte de arriba—la cobija—. Otros por temas estéticos, otros por tradición…
La principal razón, es simple. Ahorrar en tejas. Normalmente se pone la teja canal—la de abajo— y luego por encima la cobija —la de arriba—. En Segovia enfrentan las dos, y la siguiente le dan la vuelta poniéndolas enfrentadas (de la parte ancha a la parte estrecha, y la siguiente al revés). De esta manera se cierran los canales y no entra en agua, a la vez que se evita poner las tejas cobijas que al final se acaban moviendo con las inclemencias metereológicas.
Bueno, y se me olvidaba una cosa principal de Segovia. Su gente y los amigos cicerones que están ahí como las tejas segovianas, con el paso del tiempo, pero que sacan horas y te enseñan estas cosas cuando vas a verles.
Gracias a nuestro segoviano predilecto (Fer)!
Preferimos observar el contexto, captar instantáneas con el alma a través de una buena conversación que no con un teleobjetivo, elevamos el arte al nivel cultural que se merece en detrimento de la fotografía, y encontramos historias que suceden rápido pero que hay que entender. De este modo la experiencia se queda más dentro, se añade a tu currículum de vida, y tiene más valor espiritual que contar los países visitados. Si como añadido a esta línea de viaje le sumamos aquello con lo que trabajamos siempre, la infografía y la ilustración, resulta un viaje con un toque interpretativo añadido extra. Diferente a lo convencional.
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