Bermellón, amarillo y verde
Amor, amistad y familia
Vida, unión y buenos deseos
“Hace muchos años en un pueblo catalán, Montblanc, existía la riqueza y la abundancia de comida, hasta que un temible dragón llegó a las puertas de la aldea para destruirla. Los habitantes tuvieron que recurrir a su comida para contentar a la bestia hasta que los víveres se terminaron. Después, el rey de Montblanc decidió poner a cada persona, a través de un sorteo, como comida diaria del dragón. Con tal mala fortuna que fue su hija la primera en salir. La princesa aceptó, pero cuando el animal llegó echando fuego por la boca apareció un caballero armado con lanza en mano que pudo matar al dragón. De la sangre del animal, salió un rosal y de ahí el buen hombre, Sant Jordi, eligió la mejor rosa para su amada que seguía viva…”
Quién iba a pensar que después de esta fábula iba a venir uno de los días más importantes celebrados en toda Catalunya, que, comercialmente, coincide con la fecha del fallecimiento de Cervantes y el nacimiento de Shakespeare, siendo un gran reclamo para el Día del Libro: el 23 de abril.
Así, una rosa y un libro para exaltar el amor, la amistad, la fraternidad, la unión, los buenos deseos… la alegría de vivir, en una palabra.
El día de Sant Jordi es único, no sólo porque las calles se tiñen de colores vermelló, amarillo y verde –correspondientes a las banderas de la comunidad catalana, y a las rosas y a sus tallos que se pueden apreciar en cada esquina de los puestos en las calles–, sino porque cualquier persona desde primera hora de la mañana porta una rosa, un libro o ambos. Edades, condición social, mujeres, hombres… todos por igual.
¿Es un negocio, hay campaña política?
Digamos que se mezcla el sentimiento nacionalista sobre las costumbres y, de paso, ganar dinero vendiendo más libros y rosas, aunque algunos políticos lo usen para hacer campaña. Pero lo que es innegable es la alegría que se huele, que se percibe en cualquier rincón.
De repente es como si se parara el tiempo justo ese día, no importa que no sea fiesta, que se tenga que trabajar, la gente sale a las calles y acude a ver a sus escritores favoritos, a comprar esa rosa para su amada, su amiga, su vecina… o a intentar adquirir ese libro a bajo precio.
Cualquier excusa es válida para andar por las avenidas y, de repente, te darás cuenta de que tú también llevas una rosa en la mano. Un Sant Jordi te habrá salvado de ese temible dragón y te darás cuenta de la alegría de estar viva…
Preferimos observar el contexto, captar instantáneas con el alma a través de una buena conversación que no con un teleobjetivo, elevamos el arte al nivel cultural que se merece en detrimento de la fotografía, y encontramos historias que suceden rápido pero que hay que entender. De este modo la experiencia se queda más dentro, se añade a tu currículum de vida, y tiene más valor espiritual que contar los países visitados. Si como añadido a esta línea de viaje le sumamos aquello con lo que trabajamos siempre, la infografía y la ilustración, resulta un viaje con un toque interpretativo añadido extra. Diferente a lo convencional.
Me gusta no sabía la fábula pero lo que deseo es que está tradición no se pierda, porque en los tiempos que corremos se está perdiendo muchos valores
Esperemos que no se pierda y que se recuperen otras tantas. Gracias Ana por comentar! 🙂
Me gusta esta fabula y estas tradiciones que en otros sitios no hay,lo malo de estas fiestas los politicos las utilicen para hacer campanas y alentar a sus seguidores,una cosa son las tradicionesy otras las concentraciones para reclamar ciertas revindicaciones.
Bueno, ya se sabe que cuando hay mucha gente de por medio, los políticos aprovechan la primera de cambio… Gracias por comentar!
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[…] Un presente que desde primera hora de la mañana, en la mayoría de los casos, puedes ver a hombres de todas las edades con él en la mano: su rosa recién comprada. Una rosa que llenará el corazón de alguna princesa y hará vibrar ese sentimiento de los enamorados, como marca la tradición. […]