«En la ciudad de Barcelona a veinticuatro de marzo de mil ochocientos noventa y cinco». Así reza el inicio del acta de escritura de fundación de la biblioteca pública Arús en Barcelona, situada en el número 26 del Passeig de Sant Joan.
Este centro de investigación, antiguo lugar de residencia de Rossend Arús i Arderiu, su fundador, fue una referencia de los movimientos sociales de los siglos XIX y XX en la ciudad condal, tanto obreros, anarquistas como masones, por albergar miles de libros de materias tan diversas como religión, filosofía, derecho, masonería, medicina, arte, historia… que estaban a la disposición del pueblo. Al igual que promovió los ideales de tolerancia y democracia en una sociedad particularmente muy volcada en la moral.
La razón de la apertura de este espacio de sabiduría está ligado con la historia de su fundador. Rossend Arús i Arderiu fue un filántropo, demócrata-republicano y libre pensador avanzado en ideas para su época. Anticlerical y con una ‘vida en pecado’ de convivencia durante 8 años, sin pasar por el altar, con su mujer Dolors Bermúdez de Arús, también tuvo tiempo para dedicarse al mundo del teatro y a la actividad social ligada con el progreso de las personas, cofundando el Centre Català (la primera organización política catalanista).
¿Cómo Arús difunde el progreso?
En 1866 Arús ingresa en la masonería, en la Logia de La Fraternidad número 1 de Barcelona aunque, según la información de la actual biblioteca, también aparece como miembro de otras logias. En 1886 la Asamblea Constituyente de la Gran Logia Simbólica Regional Catalana le escoge como gran maestro de la masonería catalana.
Una de las maneras para conseguir difundir sus ideales fue dirigir y promover revistas y publicaciones como La Llumanera, L’Esquella de la Torratxa y la Campana de Gràcia.
Sin embargo, y lamentablemente, a pesar de sus intentos por difundir los valores más progresistas en una época de estricta moral, Arús no llegó a conocer lo que hoy es uno de los mayores templos de conocimiento avanzado en Barcelona. La biblioteca que llevaría su apellido. Arús falleció en 1891, pero ya había dejado escrito que su residencia se convirtiera en una biblioteca donde «las clases populares y trabajadoras se formaran» con su fondo particular de 24.000 volúmenes al inicio, y hoy ampliado a más de 74.000 gracias a donaciones, según fuente oficial. Gracias a que durante la guerra civil española la biblioteca cerrara sus puertas hasta 1967, su fondo sobrevivió intacto hasta la actualidad.
El piso en Passeig Sant Joan
Reformado por el arquitecto Bonaventura Bassegoda i Amigó, el piso de la familia Arús fue decorado por Josep Lluís Pellicer, aunque también tuvo presencia de esculturas, marmolistas, grabadores… porque entrar en la biblioteca Arús es como acceder a un pequeño palacio en medio de Passeig Sant Joan lleno de arte.
Desde fuera ya apunta maneras. Una lámpara vidriada en la calle anuncia parte de lo diferente que es este lugar. El acceso se realiza a través de una escalera que hace referencia al Santuario de Atenea de Grecia con una reproducción de la estatua de la Libertad de Nueva York (de las cuatro que hay en el mundo), pero con diferencias a la original como las cadenas rotas en los pies o la inscripción de ‘Alma libertas’ (libertad que alimenta).
Ya más dentro, en la clásica sala de lectura aparecen en las paredes los nombres de Darwin, Víctor Hugo, Fortuny, Miguel Ángel y hasta de Servet (médico quemado por sus teorías de defensa del aparato circulatorio). Una sala de exposiciones adaptada para mostrar avances de la época, una sala de música, baño público ya en la época… Un espacio que en pleno siglo XXI sigue mostrando ese progreso su tiempo, y mira hacia un futuro más tolerante, cultural y social.
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Preferimos observar el contexto, captar instantáneas con el alma a través de una buena conversación que no con un teleobjetivo, elevamos el arte al nivel cultural que se merece en detrimento de la fotografía, y encontramos historias que suceden rápido pero que hay que entender. De este modo la experiencia se queda más dentro, se añade a tu currículum de vida, y tiene más valor espiritual que contar los países visitados. Si como añadido a esta línea de viaje le sumamos aquello con lo que trabajamos siempre, la infografía y la ilustración, resulta un viaje con un toque interpretativo añadido extra. Diferente a lo convencional.
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