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Agradecimientos:

«¡Ay, si existiera la máquina del tiempo!»

Cuántas veces ha venido a nuestra mente esta frase viajando a lugares como la antigua Mesopotamia, la península itálica, la del peloponeso… zonas de vital importancia en el desarrollo de lo que hoy es el mundo actual. El nacimiento de la civilización. Ver en directo cómo aparecían los avances tecnológicos, sociales, políticos, las costumbres… sucedidos en estas regiones hace miles de años y que gracias a ellos nuestras sociedades hoy son lo que son.

Una sensación, la de la teletransportación histórica, que cobra más fuerza (al menos a título personal) en países como Egipto. Aquí puedes estar las 24 horas del viaje imaginando cómo se construían las pirámides, cómo vivían los faraones, los esclavos, cómo eran los enterramientos, los ritos funerarios… y la verdad es que algunos pagaríamos por poder ver en directo aquellas escenas. Palabra. Aunque hemos de decir que estamos de enhorabuena ya que casi que hemos dado con una máquina del tiempo, o algo parecido. Gracias al festival de Tarraco Viva se puede viajar a través de la historia, sí, puedes vivir esas experiencias en primera persona y aprender, nada de intermediarios ni guiones de películas en donde prima más el espectáculo que la documentación histórica.

El ritual de la momificación

Ya desde la entrada se empieza a oler el incienso que emana del lugar donde sucederá la momificación. Estamos en la calle Major 41 de Tarragona, en lo que esta mañana era el Antiguo Ayuntamiento y ahora —las 22:00 horas— es la puerta que nos lleva de viaje al antiguo Egipto.

Nada más poner un pie en el patio interior del recinto, la poca visibilidad, el olor y el silencio nos traslada de inmediato a miles de años atrás. Sólo la luz de las velas y pequeños focos nos dejarán ver el espectáculo que ha preparado la compañía Argos Tarragona en este Tarraco Viva 2017.

Unas campanas de fondo rompen el silencio. De la oscuridad emerge un cuerpo envuelto en una sábana negra, que es traído por dos personas ataviadas con los vestidos de la época egipcia. Más tarde nos daremos cuenta de que el fallecido es un muñeco tan real que parece una persona. Además, es el habitual utilizado por los departamentos de efectos especiales en las películas… «lo compramos en EEUU», nos explica el que será el narrador que acompañará a los personajes durante todas las escenas.

Así que este muñeco-persona lo depositan en una cama de mármol en un altar preparado y policromado para la ocasión. «La muerte es la única certeza que tenemos los humanos», declara el narrador.

Cuando la muerte llegaba a un hogar del antiguo Egipcio, decían que el difunto había ido a reunirse con su ka, con su fuerza vital, y que se separaba del ba (su alma), pero que se reencontraban si el cuerpo se embalsamaba en la tierra. Así, desde aquel momento, y durante unos 70 días, se realizaba el proceso de la momificación en donde entraban en escena no sólo la familia, sino también sacerdotes, embalsamadores… para llegar a convertirlo en una momia (un sah). De esta manera conseguiría llegar al Juicio de Osiris y ser inmortal.

Las fases de la momificación

Vemos como diferentes familiares comienzan a limpiar el cuerpo. En este caso el fallecido es Jonsu, «un artista de aquella época y líder de pintores», añade nuestro speaker. Su mujer y su hijo mayor acuden al altar. Después un sacerdote, el jefe de los secretos y un ayudante entran en la escena para terminar de limpiar el cuerpo sobre esta mesa de mármol. Ellos son los encargados de hacer de modernos forenses ya que eliminarán del cuerpo las vísceras empezando por los sesos:

  • Extracción de órganos: ya se realizaban técnicas de cirugía hace miles de años. Se eliminaban los sesos extraídos por la nariz, los órganos como el estómago, el hígado, el intestino y los pulmones a través de una incisión en la parte de las costillas para dejar el cuerpo lo más limpio posible y evitar la putrefacción. Después se introducían resinas e incienso en el cuerpo inerte y se rociaba entero con un alcohol para que mantener las bacterias a raya.

  • Natron: el ayudante y el jefe de los secretos rocían el cuerpo con este componente salino para secar lo máximo posible al difunto. «No se realizaba en todas las clases ya que era un proceso que no todos se lo podían permitir», comenta el narrador. Se utilizaban 300 kg de natron para un cuerpo de 80 kg de peso. Después se dejaba secar durante 2 ó 3 meses.

  • Juicio de Osiris: Anubis toma las almas de este mundo y las lleva al más allá. Pone en un lado de la balanza el corazón —el único órgano que no sacaban del cuerpo— y en el otro la pluma de la diosa Maat, la de la Justicia. Si había un equilibrio, Osiris concedía la inmortalidad y la unión del ba y el ka, sino, Ammit la devoradora se comía el corazón.

  • Vendaje: 40 días después de la momificación se cubre al fallecido con vendas. Más de 800 metros en la cama de vendaje, un artefacto «con patillas de madera que sujetan el cuerpo para que pasen bien las vendas». El sacerdote vuelve a aparecer en escena ya que, entre las vendas, va colocando amuletos como el ojo de Horus, el escarabajo encima del corazón para protegerle del juicio, etc. Finalmente, el ayudante coloca el cuerpo en un sudario realizado en una sola capa de lino.

  • Máscara: el difunto en este estado, casi final, es cubierto con una máscara para que se le reconozca en el más allá.
  • Ataúd: el fallecido es introducido dentro de la caja de madera o de piedra (según el poder adquisitivo de la familia), y sus órganos extraídos se depositan en unos recipientes de alabastro.

  • Apertura de la boca: para que el muerto siga teniendo vida en el más allá, se realiza esta operación pasando un incensario por el sarcófago que le da el aire para respirar. Además se le ofrece cerveza o agua y comida. Las plañideras acompañan a la familia y entran en escena.
  • Sepelio: por último es llevado a la tumba en un séquito.
  • Banquete funerario: «en algunas tumbas se han encontrado restos de comidas del propio banquete», sí, aunque hoy nos cueste creerlo, los egipcios celebraban la muerte de su familiar con una fiesta. Allí empezaban comiendo pan de kamut y bebiendo cerveza y mandrágora, y después alimentos tales como la lechuga, el pepino, las cebollas, que para ellos tenían una connotación sexual. Así que la carga erótica, en la última fase para despedir al difunto, era más que evidente entre los asistentes. La procreación era lo más importante… y ahí les dejamos disfrutar.

Un gran halo de luz nos deslumbra a todos. Hemos vuelto al siglo XXI de un fogonazo. El viaje ha terminado y nos quedamos perplejos al ver con nuestros propios ojos cómo los egipcios momificaban a los suyos, a los privilegiados.

Estamos más cerca de sentir lo que pensaban y las costumbres que tenían. De entender su cultura, sus costumbres, de por qué se comportaban de aquella manera o por qué pensaban así. Hoy, algunos actos nos pueden parecer (aquí en Occidente, en Europa) fuera de lugar, raras y hasta extravagantes. Sin embargo, lo que deja claro Argos Tarragona en esta recreación, es que los egipcios no estaban obsesionados por su muerte como nos han hecho creer en las películas y otras representaciones, sino que por lo que estaban realmente obnubilados era por su vida, por disfrutarla al máximo.


©Ilustraciones: Carlos García Rubio


🔴 Instantáneas sobre la escena

Precio de la entrada: 5€. Duración: 1 hora.


➡️  Viene de: Lección de historia sin libros (I): la lucha de gladiadores

➡️  Ver más: Lección de historia sin libros (III): oficios (re)encarnados


¿Dónde degustar una comida inspirada en la cocina romana?

Gracias a la iniciativa Tàrraco a taula (Tarraco a la mesa), una semana antes y durante la celebración del festival, se puede disfrutar de diferentes platos elaborados con ingredientes de la época grecorromana. Uno de ellos es el Restaurante Entrecopes en la calle dels Cavallers, 12, 43003 Tarragona y su menú consta de:

1. Gustatio (Entrantes)
Tostada de moluscos, paté de oliva, anchoa y orégano fresco.
Ensalada de raíz de apio con requesón, espárragos, manzana al horno con miel y frutos secos con aceite de oliva de tomillo.
2. Prima mensa (Segundo plato)
Sardines y cebolla tierna asadas con garum* sobre pan romano de oliva negra.
Cochinillo confitado con especias y tostado con membrillo al vino estilo mulsum (vino especiado con miel y canela).
3. Secunda mensa (Postre)
Puding carteginés con queso, huevos y miel

* Garum: salsa de pescado preparada con vísceras fermentadas de pescado que era considerada por los habitantes de la Antigua Roma como un alimento afrodisíaco.

Nota: si tienes problemas de alérgenos, no te preocupes, el dueño de Entrecopes, Jordi, cuenta con ello, su primera frase tras dejar el menú en la mesa es «¿cómo vamos de alergias?», todo un detalle que muchos deberían empezar a copiar desde ya.

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